08 julio, 2007

Tráfico de Órganos; ¿La respuesta a la falta de donación de órganos?

¿Realidad o ficción? Parece un tema sacado de las películas, pero como toda historia de ficción tiene su base real, la necesidad de mantener consiente a la comunidad mundial de la posibilidad de que exista una venta de órganos para su detección es el motivo que lleva a documentar hechos ocurridos mundialmente y a su consiguiente reflexión. Ejemplo de esto es el presente ensayo que busca lo anteriormente dicho y además reflexionar sobre el o los motivos que pueden estar presentes en estas prácticas.


Una vez que escuchamos la frase “tráfico de órganos” un sentimiento de rechazo inmediato logra apoderarse de gran parte de la sociedad y con esto condena a los participes de tan “inhumana” acción. Pero ¿qué hecho ha desatado este tráfico? ¿Qué personas están involucradas? ¿Cuál es el beneficio que supone este tráfico?, son preguntas que suelen aparecer y que tienen variadas respuestas. Ya que en la mayoría de las veces la necesidad de un órgano o la impotencia de ver morir a un ser querido desencadena una acción tan desesperada que es calificada como delito y censurada socialmente.

Según un informe de las Naciones Unidas, se ha confirmado la existencia de este tráfico en Argentina, Brasil, Honduras, Méjico y Perú, en su mayoría con destino a compradores alemanes, suizos e italianos. En Argentina ha habido casos de retirada de córneas de pacientes a los que se les declaro muerte cerebral después de haber falsificado exploraciones cerebrales.


El problema parece ser serio en Rusia, debido a los miles de cuerpos no reclamados que van a parar a los depósitos de cadáveres: en 1993 se informo que una compañía de Moscú había extraído 700 órganos importantes, riñones, corazones y pulmones, 1400 hígados, 18.000 timos, 2.000 ojos y mas de 3000 pares de testículos, todos destinados a clientes que pagaban un precio elevado: Importantes hospitales de todo el mundo.


En nuestra sociedad actual, donde la compra y venta, es la relación por excelencia que existe entre los ciudadanos y a su vez la importancia que ha tomado el dinero, nos hace pensar en la gran posibilidad que todo sea comerciable, aunque se trate del mismo cuerpo humano y los medios sean cuestionables. La Organización de las Naciones Unidas ha declarado la venta de órganos humanos como una afrenta a los derechos humanos. También cabe destacar la Declaración de la Asociación Médica Mundial sobre la Donación y Trasplante de Órganos Humanos (adoptada por la 52ª Asamblea General de la AMM Edimburgo, Escocia, octubre 2000, y revisada por la Asamblea General de la AMM, Pilanesberg, Sudáfrica, octubre 2006) donde se establece: "El pago por órganos y tejidos para donación y trasplante debe estar prohibido. El incentivo económico compromete el carácter voluntario de la decisión y la base altruista de la donación de órganos y tejidos. Además, el acceso al tratamiento médico necesario, basado en la capacidad de pago, es inconsistente con los principios de justicia. Los órganos que se sospeche hayan sido obtenidos a través de una transacción comercial no se deben aceptar para un trasplante. Además, se debe prohibir la publicidad sobre órganos. Sin embargo, se permite el reembolso razonable de los gastos como los de la obtención, transporte, procesamiento, preservación e implantación."


Estas declaraciones establecen claramente los valores éticos de las organizaciones mundiales, donde la comercialización del cuerpo humano no tiene aceptación en ninguna de sus formas posibles.

Pero toda esta oferta de órganos responde a la gran necesidad de órganos para trasplantes, los cuales cada vez se hacen más necesarios y no existen políticas claras para su responder a esta.
El equipo médico entra en un determinado dilema ético al conocer la naturaleza del órgano a trasplantar en un paciente, ya que legalmente el trafico de órganos está penado por la ley, además de ser reconocido como una falta a los derechos humanos, pero también en un caso hipotético este órgano es la forma de supervivencia de un ser humano, entonces negarse a realizar el procedimiento quirúrgico transgrediría el principio de la no maleficencia para este.

Entonces cual tendría que ser el límite a la hora de juzgar la validez del comercio de órganos. Como se ha informado mundialmente existen determinadas mafias de órganos que son los encargados de realizar las acciones más atroces en búsqueda de órganos, desde el secuestro de personas hasta realizar coaliciones para utilizar los cuerpos de presos juzgados a muerte. También se utilizan ciudadanos de países subdesarrollados los cuales se encuentran en precaria condición económica, a los que se les ofrece una fuerte cantidad de dinero por que se sometan a la entrega de algún órgano (mayoritariamente un riñón). Actualmente se ha reconocido la utilización de una práctica donde los compradores abandonan su país de origen, donde es penado el comercio, y emprenden la búsqueda de un órgano a través de otras latitudes.

Distintas formas de lograr recibir el preciado órgano, pero todas bajo el alero de la necesidad, ya que todos los compradores realmente necesitan sobrevivir, pero la forma en que lo buscan no es la mejor.

Es por estos hechos que se requiere mantener una postura firme y establecer un marco legal claro, donde la ética sea pilar de este, para regular y formular un programa de trasplante de órganos que sea operativo a tal nivel que sea capaz de satisfacer la demanda de órganos de todos los pacientes y de esta forma detener una práctica ilegal que va en desmedro de toda la sociedad. Es por esto la necesidad de crear conciencia a nivel mundial de la importancia de entrar voluntariamente en las campañas de donación de órganos. Rol fundamental cumplen los estados en promover e incentivar a la población general mediante la educación.

“Cuando el cuerpo humano puede ser tratado como un bien ordinario que se vende por precios conocidos y predeterminados, se esta invitando a la corrupción en la sociedad y a un injusto sistema de acceso y distribución de órganos, ya que el rico estará siempre en el final receptor y el pobre en el de la donación”. (Sobre la ética de la no comercialización de órganos, Comité de Bioética del I.N.C.U.C.A.I.)





Por: Gabriela Díaz Orellana

IV año de Enfermería
Universidad de Chile